lunes, 12 de septiembre de 2011

La Confech y el Colegio de Profesores ya están errando el camino

Me preocupa y me asusta que los líderes de los estudiantes universitarios (Confech) no sepan negociar y quieran imponer el 100% de sus peticiones. Me parece un planteamiento cerrado propio un enfoque totalitario. Me temo que, si algún día llegan a gobernar, sufriremos una nueva dictadura. También fui dirigente estudiantil, y me duele darme cuenta de que, aun luchando contra una dictadura, éramos más abiertos que los dirigentes actuales.

Sobre el Colegio de Profesores, no me asusta nada, sino que sus planteamientos ya me dan lástima: ¿dónde está su sentido de autocrítica si ni siquiera se dejan evaluar y lo que más hacen es quejarse del "sistema"? ¿Ellos quieren enseñarnos cómo hacer educación de calidad? ¿Cómo van a enseñar lo que no saben hacer? Me dedico a la educación de adultos y he estudiado educación a nivel de posgrado. Como relator de capacitación, he percibido que uno de los grupos con los cuales resulta más difícil de trabajar son los profesores, porque es un grupo en el cual, comparativamente con otros, es alto el porcentaje de personas que creen que saben, y que no se dan cuenta de que la vida es un eterno aprendizaje y que la sabiduría radica en tener una mente abierta. Echo de menos a los maestros, que son los que saben que no saben, y noto un exceso de profesores formando una casta que se siente intocable, pese a los pésimos resultados que arrojan algunas de las evaluaciones que se les aplican a ellos, que son los acostumbrados a evaluar a los demás.

También estoy por el mejoramiento de la calidad de la educación y el término del abuso del lucro. He sido docente universitario (de pre y posgrado), ámbitos en los cuales me ha tocado conocer modelos orientados a la calidad y otros orientados al lucro.

Pero si todo el mejoramiento que queremos lograr los soñadores va a ser a costa de la democracia, del respeto por los distintos puntos de vista y de la autorresponsabilidad en el tema, no comparto los caminos para lograrlo.

Creo que los cambios sanos de una sociedad se logran cuando hay flexibilidad y nadie quiere imponer a todo el resto su mirada de país. La democracia implica apertura y negociación, con todos dispuestos a ceder.

Los cambios sanos de una sociedad se logran mejor cuando las personas y los grupos están realmente dispuestos a dialogar y a darse cuenta de que "la verdad" no es una sola, sino que cada uno tiene su propia verdad y que todos tiene derecho a defenderla, tanto como tienen el deber de conocer y comprender las verdades de los que piensan distinto. Los cambios sanos se construyen sobre la base de la inteligencia empática, que es como hoy en día podemos llamar al respeto, la tolerancia y el amor.

Los cambios sanos de una sociedad se logran cuando cada uno de sus integrantes descubre qué es aquello que él mismo está haciendo mal y se dejan de culpar unos a otros. Los cambios están en las personas, porque una sociedad y un Estado son una suma de personas. Los cambios sanos son proactivos, es decir, autorresponsables y autocríticos.

martes, 6 de septiembre de 2011

Hablar de la muerte es hablar de la vida

Cuando se me ocurrió escribir este artículo sobre la muerte, recordé que uno de los dones que me ha dado Dios es el de la palabra, que me permitió convertirme en escritor. Aclaro que, en mi opinión, un escritor no es una persona especial ni menos aun alguien que se las sabe todas, ni siquiera en el caso de un escritor de desarrollo personal o autoayuda, como es una de las vetas que he seguido. Personalmente, me considero un canal de reflexiones y de sentimientos, a veces propios, a veces oídos de otras personas, a veces leídos de los grandes maestros, a veces dictados por las musas, y que mis manos llevan al papel con una estructura determinada… Pero el autor resulta básicamente un canal al fin: un canal de comunicación con otras personas. Y, siendo autor, sentí que el mejor aporte que podría realizar (en este momento de duelo nacional por la partida de seres tan valiosos y queridos al estrellarse el avión en el Archipiélago de Juan Fernández), podría ser buscar algunos de los pasajes que, sobre la muerte, mis manos hubieran llevado al papel en mis libros.

Así que aquí va mi aporte a la reflexión y a los sentimientos de un país en duelo, con todo el cariño y el dolor que siento especialmente por aquellos fallecidos del Buenos días a todos, a quienes me tocó conocer personalmente en mi rol de jefe de comunicaciones de TVN en 2000 o en mi locura de ir al programa a hacer imitaciones de cantantes en 2008, esa última vez con el único afán de pasarlo bien y reírnos. Es decir, ¡con el único afán de vivir la vida con alegría y pasión!

Pero los principales destinatarios de las palabras de mis libros hoy no son quienes se fueron, sino quienes se quedaron. Por eso, antes de recurrir a las citas, quiero hablarte directamente a ti, amiga y amigo (seas real o virtual, porque te quiero igual), y expresarte lo que en este aciago pero maravilloso instante pienso sobre la vida y la muerte:

Somos nosotros, aún vivos, los llamados a dejar de quejarnos por minucias; a aprender, de una vez por todas, a valorar como corresponde la vida que se nos regaló y a vivir cada jornada como si fuera la última. Pero no de la boca para afuera, sino de verdad como si fuera el último día, para irnos felices si nos toca irnos. Si algún día sientes que, tranquilamente, podrías morirte mañana mismo, y que en tu interior habita tanto agradecimiento por lo que te ha tocado vivir hasta hoy (el amor y el dolor), entonces sabrás que eres realmente feliz. Y ser feliz no es solamente un derecho, sino un deber. No merecíamos la vida. Es un gran regalo. ¡Y los regalos se agradecen!

De Preguntas para un maestro (2004, publicado en 2010):

“–¡Por qué Dios nos hace morir, maestro!
–¿Por qué no nos preguntamos mejor para qué nos hace vivir?
–Maestro, es que nuestro compañero tiene razón. También me parece absurdo que se nos dé la vida y después se nos la quite. ¿Por qué Dios hace esto?
–¿Dios hace qué? ¿Nos quita la vida? ¿O más bien nos regala la muerte?
–La muerte, ¿un regalo? ¿De qué estás hablando, maestro?
–De que la luz no tiene valor si no se nos regala también la oscuridad”.
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“–Maestro, ¿qué certezas tienes?
–Que nací, que estoy viviendo y que he de morir.
–¿Y cuáles más?
–Estoy seguro de que naceré, que viviré y que moriré de nuevo”.
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De Cómo comerse la manzana (2005, publicado en 2010):

“Más que vivir muchos años, aprovechemos mucho nuestra vida.
Vivir mucho no es vivir muchos años, sino vivir intensamente”.
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“Más terrible es que el miedo a la muerte es el miedo a la vida”.
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 De Por el camino (2007, publicado en 2010):

“Hoy he nacido.
Hoy me voy a morir.
Hoy he vivido.

De paz del cielo
lleno mis pulmones
y emprendo el vuelo”.

De Yo, proactivo (2007):

“Reclamó Uno:
–Uno ha tenido que sufrir el dolor de grandes pérdidas: de bienes, de trabajo… Pero las que más duelen son las de seres queridos. Sobre todo, los suicidios.
Le contó Yo:
–Cuando yo he tenido ese tipo de pérdidas, he canalizado el dolor, y luego he valorado con mayor fuerza seguir con vida y disfrutar tantas alegrías en ella. Ante las muertes de mis seres amados, aunque hayan sido trágicas, he agradecido las huellas imborrables que esas almas dejaron en mí”.

De El secreto del junco (2009):
“Una persona puede decidir dejarlo todo e irse a África a dar la vida por las comunidades tribales. Ése es su sueño, y se traslada a África, trabaja denodadamente por las personas, y en un momento muere producto de la malaria o en manos de una tribu enemiga. Trágico fallecimiento, pero con la tranquilidad de ser una persona exitosa, porque logró hacer con su vida lo que quiso hacer con ella. Obtuvo lo que se propuso y cumplió su misión o anhelo.
Alguien podría preguntarse: ¿Y para qué empeñarnos en nuestros logros o nuestro éxito si igual algún día tenemos que morir? Esa es una de las particulares ironías de la existencia. Desde que nacemos, la vida se nos plantea como sinónimo de crisis, porque sabemos que ése es el final del camino en este mundo”.
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“Si una crisis nos sirve para ser más agradecidos, si una enfermedad o la muerte de algún ser querido nos sirve para ser más agradecidos, ¡bienvenidas sean estas oportunidades de aprender a ser más positivos y felices!
¿Por qué valoramos lo que teníamos cuando ya no lo tenemos?”.
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“Yo no me echo a morir. ¡Siempre me echo a vivir!”.
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“A veces en los talleres pregunto quién tiene buenas noticias. A la gente por lo general le cuesta; no estamos habituados a considerar bueno o bonito lo que nos está tocando vivir. Pero yo no pierdo la fe. En ciertas oportunidades se animan dos, tres o cuatro personas y cuentan cosas agradables, normalmente de su vida familiar, como: “Mi hija estuvo de cumpleaños el fin de semana y lo pasamos súper bien”.
Una vez una mujer compartió esta noticia: “¡Estamos vivos!”.
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De Resistiré (2010):
“Exhalé mi último suspiro con una sublime seguridad habitando en cada una de mis fibras y en cada gota de mi savia: la fantástica certeza de que era también el primer suspiro de un ciclo eterno, en el cual mi ser siempre existiría dentro de nuestra maravillosa turbera, o tal vez fuera de ella, convertido en un ave volando entre las nubes empujadas por el implacable viento, o convertido en esas nubes. O quizás en ese mismo viento”.

jueves, 28 de julio de 2011

Lo pido en serio: con Piñera, ¡volvamos a la monarquía!

Ya estoy harto con esto de que el gobierno ponga a ministros de senadores y a senadores de ministros. Es una burla al sistema y no entiendo cómo la ley lo permite. Sobre todo, no comprendo por qué los electores lo permitimos.

Ya en el colegio, hace casi 30 años, me enseñaron que el Poder Ejecutivo es una cosa y que el Poder Legislativo es otra. ¿Cómo es esto de andar trasvasijando al amaño del presidente, como si la política fuera preparar un cóctel? A los senadores y diputados se los elige por voto popular. A los ministros los elige el presidente. Son poderes distintos e independientes uno de otro.

¿Es que acaso Piñera de verdad no tiene de adónde diablos obtener a gente capaz de gobernarnos apropiadamente? ¿No hay políticos capaces más que algunos senadores? Falta que ahora el presidente empiece a nombrar como ministros a los jueces y poner a los ministros inefectivos a hacer justicia. ¡Qué falta de nivel profesional y, sobre todo, de nivel ética! Si vamos a aguantar que un presidente se tome las atribuciones de un rey, entonces volvamos a la monarquía y listo. Pero dejemos de ser unos hipócritas que disfrazamos las cosas merced a los vacíos legales y a los vacíos morales que hemos permitido irresponsablemente.

Honestamente, esto no es una democracia. Como está operando, me parece, a lo sumo, es una descaro-cracia.

lunes, 20 de junio de 2011

TE ANIMO A SER PRESIDENTE

Mi hijo mayor, Ariel, asumió hace dos meses como nuevo presidente del Centro de Alumnos del Colegio Pedro de Valdivia Peñalolén. Obtuvo aproximadamente 600 votos contra 200. Yo asumí en setiembre de 2010 como presidente de la Asociación Las Pircas, mi junta de vecinos. ¿Qué les quiero decir con esto? Que en mi casa de ahora en adelante habrá puras cumbres presidenciales y que, si alguien quiere conversar con nosotros, tiene que, primero, pedir audiencias con nuestros ministros :-)

Hablando en serio, ¡qué rico poder ayudar a la comunidad asumiendo con esfuerzo y con confianza los liderazgos que ella nos ha pedido!

Ojalá más personas se animen a cambiar el mundo, que no es más que una suma de varios "mi pequeño mundo". Para estas serias responsabilidades, nadie se plantea desde el "tengo tiempo". La razón es sencilla: nadie tiene tiempo. Quienes están en cargos directivos lo saben y, simplemente, dan un extra.

Por eso, si alguien está dudando si postularse a algún cargo o no, pero sabe que tiene algo importante que entregar a su comunidad, lo animo a hacerlo.

Que no nos pasen la cuenta por no haber usado nuestros talentos, que, por algo nos fueron regalados por Dios y la vida. Hacer fructificar los talentos que se nos dio es presidir la propia existencia.

De ahí a presidir a otros, el paso es corto. Tú también puedes ser presidente. No digas que "no" cuando, en tu corazón, sabes que podrías decir "sí", porque tienes algo de talento que dar a los demás.

UNIVERSITARIOS, CAMBIEN EL MUNDO DESDE DENTRO

Cuando era universitario, hace menos de 25 años, logramos sacar del poder a Pinochet y su terrible dictadura y generar varias trasformaciones en este país con mucho trabajo, muchas ideas y muchas protestas. Pero jamás rompimos vitrinas, ni saqueamos propiedades ni botamos semáforos ni postes. Y se trataba de un enemigo muy fiero (créanme quienes no lo conocieron).

Honestamente, pienso que las protestas recientes demuestran que, para algunos jóvenes de hoy, el enemigo principal está dentro de ellos mismos. Debieran aprender a canalizar su legítima ira como corresponde y no hacia la propiedad pública o privada, que pagamos de nuestro bolsillo todos los chilenos que nos sacamos la cresta trabajando luego de habernos sacarnos la cresta estudiando para ser universitarios serios y respetuosos de los demás seres humanos.

¿Me estaré poniendo viejo? Una gran amiga me decía el otro día que el momento para saber si comenzamos a envejecer es cuando dejamos de criticar a nuestros mayores y empezamos a criticar a nuestros menores.

Comparto muchas de las ideas de los universitarios actuales, pero me duele mucho parte de su proceder. Sé que, en muchos aspectos, les hemos dejado un mundo como la m..., pero, por favor, ¡no lo destruyan! Usen sus manos para construir un mundo mejor. Esto se hace desde las ideas y desde el espíritu; no desde el amurramiento ni la violencia. Para ser escuchados, debemos aprender, primero, a escuchar.

Es la modesta opinión de un soñador-realizador que jamás a dejado de luchar por cambiar el mundo, pero que se dio cuenta, hace ya algunos años, que el mundo se cambia, principalmente, desde nuestro interior.

jueves, 17 de febrero de 2011

LA TOLERANCIA AL DOLOR PUEDE APRENDERSE

Esta es una entrevista que me realizó Jorge Abasolo, periodista (jabasoloaravena@gmail.com). Él la está publicando desde enero de 2011 en distintos medios digitales e impresos. La publico en mi blog porque me ayudó a decir cosas interesantes a partir de excelentes preguntas.

Daniel Seisdedos,
experto en Talleres de Crecimiento Personal

"LA TOLERANCIA AL DOLOR PUEDE APRENDERSE"


Consultor en desarrollo personal y organizacional y ha dictado ya cerca de trescientos talleres. Como escritor ha sido prolífico: en cuatro años, tres libros infantiles y seis libros para adultos.


Cuando se trata de abordar el tema del dolor, se hace necesario hablar del homo patiens, menos conocido que el homo faber, pero harto más edificante. El homo patiens es aquel individuo que opta por actitudes valiosas, en lugar de optar por la realización en sí de sólo valores creativos, por importantes que sean.

Frente al homo faber -para quien el triunfo del homo patiens asoma como necio y absurdo- éste percibe el mundo de los valores como realización o desesperación personal.

El homo patiens está consciente de que puede realizarse hasta en el fracaso más rotundo y en la adversidad extrema. Para el hombre doliente el no desesperarse constituye ya un modo de realización. Y es que el sufrimiento alberga muchas posibilidades de sentido: un rango de valor muy superior a la posibilidad de sentido de producir. El hombre doliente hace suya la afirmación de Goethe, en el sentido de que "no existe ninguna situación que no se pueda ennoblecer o por el actuar i por el soportar".

Nada mejor que conversar de éste y otros temas con el periodista Daniel Seisdedos, dedicado hace años a dictar Talleres de Crecimiento Personal.
Nacido en Santiago en 1968, se define a sí mismo como "humanista y soñador". Es consultor en desarrollo personal y organizacional y ha dictado ya cerca de trescientos talleres. Como escritor ha sido prolífico: en cuatro años, tres libros infantiles y seis libros para adultos.


-Una de las razones por las cuales mucha gente no va a la Iglesia y no adhiere a un credo religioso es por el dolor. Señalan que un Dios tan poderoso y omnipotente no puede aceptar tanto dolor en los seres humanos…

-He observado esa queja en algunos. Creo que uno de los caminos más fáciles es culpar a alguien, a algún otro, por el dolor, y quién mejor que Dios, como creador de la vida, para hacerlo responsable de todo lo que nos depara esa vida. Dios acepta el dolor porque este es parte natural de la existencia. Somos nosotros los que a veces nos revelamos contra el dolor y no lo aceptamos. ¿Por qué tolerar solamente lo que nos gusta y rechazar lo que nos disgusta?

Para mí, es señal de cobardía y de falta de entereza. Y culpar a Dios por darnos una vida tan hermosa, de la cual el dolor forma parte esencial en nuestro crecimiento personal, me parece incluso una desfachatez. Pero no es que rechace a quienes piensan así. Creo que tienen sus razones, en sus propias historias de vida, para rebelarse ante el dolor, que es rebelarse ante la vida.

La buena noticia es que la resiliencia y la tolerancia al dolor pueden aprenderse. Incluso se puede ser feliz aunque estemos experimentando un gran dolor. Eso es lo que explico en el libro que me publicaron el año pasado: El secreto del junco. Ese libro nació después de haber relatado 250 talleres y de haber conversado de temas como estos con las miles de personas que me ha tocado capacitar.

Todos tenemos historias de vida complicadas. Lo importante es que aprendamos de ellas en vez de quejarnos.


-El padre Larrañaga señala que él no enseña a no sufrir, sino a sufrir menos. ¿Qué opinas de ello?

-Me gusta mucho el padre Ignacio Larrañaga. Él no le hace el quite al tema del dolor. Te reproduzco uno de sus textos: "Como una ciudad sitiada, me cercan y aprietan y ahogan la angustia, la tristeza, el amargor y la agonía. ¿Cómo se llama esto? ¿Náusea? ¿Tedio de la vida? La desolación extiende sus grises alas de horizonte. ¿Dónde está la puerta de salida? Pero ¿hay salida? Tú eres, sólo Tú eres mi salida, Dios mío".

¿Te das cuenta? El padre Larrañaga nos ejemplifica muy bien la actitud que adoptan otros: deciden tener a Dios como su consuelo y su apoyo en el dolor, y no como el culpable de su dolor.

Una vez un participante cristiano me regaló este pensamiento: "No digas 'Mira, Dios mío, ¡qué gran problema tengo!', sino 'Mira, problema, ¡qué gran Dios tengo!' Me parece que por ahí se nos abre un camino más sano. Pero creo que también tiene sus peligros el hecho de sentirnos que nosotros mismos no somos valiosos o que la vida tampoco lo es. Yo no creo que la vida sea algo terrible o feo y que Dios sea lo único agradable y hermoso. Yo pienso y siento que la vida es una gran belleza y nosotros también.

Dios no nos hizo para sufrir. Y el dolor que él "permite", verbo que emplean algunos, tiene un gran sentido, que explico en mis libros. Y mis argumentos no son solamente racionales ni basados en otros autores, sino que es algo de lo que estoy seguro porque lo he descubierto en mi propia vida y en las vidas de miles de otras personas que me lo han contado.

Además, no es cierto que estemos en un valle de lágrimas. Yo creo que Dios es un ser alegre y no alguien triste que se esté lamentando. Ni siquiera se queja de lo ingratos que somos nosotros con él.

Por eso, en relación con lo que aludías del padre Larrañaga sobre que se puede aprender a sufrir menos, ¡estoy completamente de acuerdo! Mi postura sobre el sufrimiento es que este, muchas veces, es una construcción mental. Me parece sano estar triste y experimentar a concho esa emoción cuando nuestro cuerpo y nuestro corazón están acusando un golpe. Pero de ahí a elaborar todos esos rollos mentales que a veces tendemos a construir y a caer en el "Qué triste es mi vida" o "Nadie ha sufrido tanto como yo" hay un verdadero abismo.

Como profundizo en el capítulo final de El secreto del junco, al abordar la resiliencia o actitud culminante del espíritu, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento que generamos a partir de él es, finalmente, una actitud y una opción. Esta visión es apoyada por uno de mis más grandes maestros: el sacerdote jesuita Anthony de Mello. Este maravilloso sabio expresaba: "Me dirás que el dolor existe. Sí, es verdad que el dolor existe, pero no el sufrimiento. El sufrimiento no es real, sino una obra de tu mente".

Puede sonar hasta duro planteado así para una persona que siente estar sufriendo con justa razón. Pero es un hecho que nuestra vida es gobernada por nuestros rollos mentales, que se manifiestan en lo que la Programación Neurolingüística denomina "diálogo interior": qué es lo que nos estamos diciendo dentro de nuestro ser, aunque nadie más lo escuche.


-¿Crees que en la cultura occidental uno de los errores ha sido poner la razón por sobre todas las cosas? Priorizarla demasiado…

-Absolutamente de acuerdo. Debemos recuperar las emociones, el cuerpo y el espíritu, que son dimensiones fundamentales de nuestro ser, que es integral. Uno de los principales errores de los seres humanos, sobre todo en Occidente, es que construimos un mundo falso: creamos en nuestra mente una realidad propia, subjetiva, que no es la realidad real. Esto se relaciona con los rollos mentales. En el lanzamiento, en la Estación Mapocho, de mis nuevos libros, los de la colección Semillas, puse el caso de los animales: el padre se disgusta con el hijo y le gruñe fuertemente. El hijo queda asustado. Ambos viven a nivel de las emociones. Pero luego de un par de horas, están juntos nuevamente siendo una familia. En cambio, los seres humanos, a partir de los nuestros constructos mentales, somos capaces de estar peleados por 20 años y no hablarnos más entre hermanos, e incluso somos todos potenciales asesinos.

Entonces, me pregunto, Jorge, ¿quiénes son más sabios?: ¿los seres humanos o animales "racionales" o bien los animales a quienes calificamos de "irracionales"?


-Sobre lo mismo, en Chile nos enseñan desde niños que hay que ser fuertes.

-La vida me ha enseñado que puede ser bueno ser fuertes, claro… Pero también me ha enseñado que es bueno ser flexibles… El vidrio se rompe por ser demasiado fuerte y poco flexible. Lo mismo nos pasa a los seres humanos. El paradigma que predomina es el de la fortaleza del roble, que es un tipo de resiliencia. El roble resiste oponiéndose al viento. ¿Pero sabes qué? Si el viento es muy fuerte, igual puede terminar derribándolo.

Por eso, a mí me hace más sentido la resiliencia flexible, que es la que observamos en el junco. La resiliencia o resistencia del junco nace de su flexibilidad, es decir, de su adaptabilidad. En vez de oponerse al dolor haciéndose el fuerte, el junco acepta ese dolor y aprende a doblarse con él. Creo que muchas veces esta es la manera más inteligente de resistir. En el quinto libro de la colección, ¡Resistiré!, el propio junco cuenta su historia y nos muestra cómo logró aprender las actitudes para la calidad de vida, incluyendo la resiliencia, máxima expresión del poder del espíritu (humano y de todo el Universo).

Date cuenta de qué maravilla: así como podemos aprender de los animales irracionales, ¡podemos tener como maestros a los vegetales! La sabiduría del Universo está en todas partes. Es cuestión de que miremos mejor.


-Nuestra cultura hace poco hincapié en la entrega hacia los demás. En el fondo, quien no vive para servir, no sirve para vivir…

-¡Qué fabulosa frase! La aprendí en mi adolescencia y siempre la recuerdo. También la aplico. Mi misión en la vida está relacionada con ella. Efectivamente, Jorge, nos encontramos en un mundo bastante egoísta. Vamos construyendo un ego que se convierte en una coraza y que aísla nuestro espíritu del contacto con la esencia de la vida, del universo y de los demás.

Lamentablemente, ese ego no está basado en el amor, sino en las pérdidas que hemos tenido en nuestra vida, y no es siquiera amor a sí mismo, sino miedo, desconfianza, frustración, angustia. Vivimos disociados de nuestro ser interior. No amamos apropiadamente a los demás, y la razón es que no sabemos amarnos bien a nosotros mismos. Jesús dijo: "Ama al prójimo como a ti mismo". Y también: "No he venido a ser servido, sino a servir". La autoestima es la base del amor a los demás expresado como servicio.

Ocultamos nuestra falta de autoestima comprándonos cosas y basando nuestra autoimagen en las apariencias. Olvidamos que el espíritu es inmaterial y que nosotros no valemos por los bienes materiales que tenemos, sino por lo que somos, y esto se refleja, principalmente, en nuestras acciones: hacia nosotros mismos y hacia los demás.


-En la juventud chilena se percibe poca tolerancia al fracaso. ¿Por qué no ver el fracaso como una forma de crecimiento?

-Porque no les hemos enseñado eso a los jóvenes. El cómo está la generación adolescente es responsabilidad de nosotros, los adultos que los formamos. Hemos buscado compensar nuestra falta de cariño satisfaciéndoles sus caprichos y comprándoles objetos que supuestamente van a sublimar la falta de verdadero amor por sus padres. Y, cuando les enseñamos sobre la vida, nos ven con el seño fruncido, molestos, o tristes y amargados. No les hablamos de que el fracaso entendido como aprendizaje es algo hermoso, sino que les generamos rechazo. Los adultos odiamos fracasar. Esa es la verdad.

Es lógico que los jóvenes no quieran ser como nosotros. Les decimos que el fracaso es una forma de crecimiento, pero lo planteamos de la boca para afuera. Ante los adolescentes, con nuestra actitud predominante, no somos, precisamente, el ejemplo de haber crecido mucho. Por eso prefieren nuestro ejemplo de comprar cosas para ser supuestamente felices ocultando nuestro verdadero estado, que es de insatisfacción o de angustia. Somos nosotros quienes les hemos enseñado que todo es desechable, que a rey muerto rey puesto, y que no existe el fracaso si podemos comprarnos cualquier cosa nueva en la vida: incluso las relaciones con otros.


MOTIVACIÓN

-"No todo lo que se enfrenta puede cambiarse, pero nada puede cambiarse si no se le enfrenta". ¿Cómo te llega la frase?

-Me gusta, pero le cambiaría algo, y espero que no lo sientas como un "enfrentamiento" (risas). Precisamente, no usaría la palabra "enfrentar". Ese verbo me connota pelea o conflicto. Para mí, la vida no se enfrenta, sino que se asume, se siente, se disfruta, se agradece. Y lo mismo con los aspectos aparentemente desagradables de la vida, como las dificultades y el dolor. En relación con el concepto de cambio, es, para mí, una de las actitudes fundamentales para la calidad de vida.

Tanto la adaptación al cambio como la creación de los cambios (o creatividad) son temas que abordo en varios de mis libros y también en mis consultorías a empresas. Existe una gran paradoja en relación con el cambio: a los seres humanos se nos define como "los más capaces de adaptarnos a los distintos entornos y situaciones, incluyendo vivir en cualquier tipo de clima" y, simultáneamente, "animales de costumbres". Y esta paradoja es propia del Universo entero: tanto la estabilidad como el cambio son propios de todo lo que existe. Son el yin y el yang: lo femenino y lo masculino, la trama integradora y el movimiento diferenciador.


-Ya que hablamos de motivación, ¿no crees que muchas veces la diferencia entre lo posible y lo imposible radica en la fuerza de carácter de la persona?

-Sí creo, aunque yo prefiero llamarle "fuerza de espíritu". Con mi equipo de consultores estamos avanzando hacia una ética distinta, aplicable tanto a nivel personal como organizacional. Stephen Covey, el más célebre consultor contemporáneo, pese a toda la sabiduría que nos ha trasmitido, permanece en la ética del carácter y no está del todo en la ética del espíritu.

Para Covey, la proactividad nos diferencia de los demás animales y es algo más bien mental, es decir, del carácter. Personalmente, estoy en desacuerdo con él en varios aspectos, más allá de que haya sido uno de mis principales maestros. En mi visión, la diferencia entre lo posible y lo imposible radica en la proactividad, pero esta no es una fuerza del carácter o de la mente, sino el poder del espíritu, y no sólo del ser humano, sino de todo el Universo. Y también radica en la resiliencia, que es la expresión máxima de la proactividad, que también es propia de todo el Universo, animado e inanimado. En Consultora Proactiva, denominamos, a la resiliencia, "la magia del espíritu".


FELICIDAD

-¿Cuál es tu receta para la felicidad?

-Podría contestarte lo que nos responde el maestro en Preguntas para un maestro, que es mi primer libro escrito, pero que recién se publicó ahora, como tomo 1 de la colección Semillas. El maestro, que se muestra varias veces pesado y desafiante, te respondería algo así como: "No preguntarle jamás a otro cuál es su receta para la felicidad". Pero, para no dejarte con las ganas, te diré que mi receta, como la llamas, es ser agradecido de la vida. Es algo de lo que me di cuenta de niño, que después olvidé, y que de adulto volví a descubrir. Y fue muy hermoso cuando, leyendo a Anthony de Mello, él lo explicaba tal cual.

La felicidad es una actitud de agradecimiento, porque es imposible sentirse, simultáneamente agradecido y no feliz. Sé que a muchos les suena súper deschavetado, pero es algo que observo en todas las personas felices. La felicidad es una decisión y una actitud. También lo ve así Nick Vujicic, el orador motivacional que no tiene extremidades y que estuvo en Chile. Asistí a una de sus conferencias. Nick planteó que quien no es feliz hoy no podrá ser feliz mañana.

¡Hay que decidir ser feliz! Y él comenzó a serlo cuando dejó de quejarse por lo que no tiene y comenzó a agradecer lo que sí tiene.

Y agrego yo, hay que hacerlo hoy, porque hoy es el único día que existe y no sabemos si estaremos aquí mañana. Además, quien no es feliz en lo poco no podrá ser feliz en lo mucho. Hay quienes lo tienen todo y viven en Vitacura o La Dehesa, los sectores más pudientes de Chile, pero no son felices; y hay quienes viven en una población con una mediagua cayéndose a pedazos y nos sorprenden con su sonrisa sin dientes en televisión: "Yo soy tan agradecido de la vida. ¡Yo soy tan feliz!". El terremoto sacó a la luz muchos ejemplos de estos dos casos contrapuestos.

Con la Teletón nos emocionamos con muchos más. Sin embargo, a los pocos días, muchos vuelven a la actitud de infelicidad, que surge del reclamo y del malagradecimiento.

Cuando comenzamos a vivir desde la felicidad, desarrollamos la habilidad de agradecer incluso el dolor. Por eso es que se puede ser feliz y sentir dolor al mismo tiempo.


CAMBIO

En la vida hay quienes son tenaces en su camino hacia un logro. Pero, ¿a veces no es mejor cambiarse de ruta que insistir en el mismo camino?

-La tenacidad o perseverancia debe manejarse con cuidado. En todas las actitudes, se nos puede pasar la mano. Por eso yo recupero la visión aristotélica de las actitudes, que es la palabra moderna para lo que él llama "virtudes". La virtud es el justo medio entre dos defectos: la falta y el exceso. En el caso de la perseverancia, resulta tan disfuncional ser poco perseverante como ser demasiado perseverante. En este segundo caso, nos convertimos en tozudos. Por más que me ponga a pegarle a una pared con mis puchos con máxima perseverancia, jamás la voy a echar abajo. Prefiero aplicar más inteligencia y equilibrio y buscar, creativamente, un camino lateral.

Así que mi respuesta es sí: muchas veces es mejor cambiarse de ruta que insistir en el mismo camino. Si supieras cuántas veces he cambiado yo mi ruta… Pero hay algo que no cambio: mis valores y mi misión en la vida. Hay que tener cuidado también con la actitud de propensión al cambio. Cambiar ciertas cosas puede estar muy bien, pero cambiar todo puede ser la peor idea que tengas en tu vida.

En todos sus aspectos, la existencia es el equilibrio entre el yin y el yang.


-¿Qué diferencias establecerías entre éxito y logro?

-Para mí, el éxito es lograr hacer con tu vida lo que quieras hacer con tu vida. Muchos lo asocian al dinero y a los bienes, y lamentablemente la autoayuda de mala calidad, proveniente principalmente de Estados Unidos, lo refuerza con mensajes como estos: "Ser exitoso es cómo ganar tu primer millón de dólares". Para mí, esa visión del éxito es una pelotudez, aunque también respetable, pues el éxito es algo subjetivo. Mientras no dañes a otros, creo que tienes derecho a que para ti el éxito sea cualquier cosa: el trabajo, la familia, el cambio social, el desarrollo del espíritu, tu comunidad, en fin… El Mercedes Benz también.

Los logros, en cambio, son agentes motivadores. Cuando generamos un logro o cuando alcanzamos un sueño, eso nos motiva a seguir adelante en la vida. Por eso, una de las actitudes claves para la vida es nuestra capacidad de soñar, que considera idear y fantasear, pero también realizar y lograr. Pero debemos cuidarnos de un tremendo peligro: pensar que la felicidad está dada por nuestros logros o nuestros sueños cumplidos.

Claramente cumplir los sueños no trae la felicidad, como nos lo demuestran miles de casos, incluidos el de Michael Jackson, el de Elvis Presley y el de tantos personajes de la farándula nacional e internacional.

Ya dije que la felicidad es agradecer. Y, por cierto Jorge, te agradezco mucho esta entrevista. Y gracias por la posibilidad que me das de llegar con estos mensajes a tantas personas que lo necesitan. Espero que mi colección Semillas germine en sus corazones. Si puedes, por favor, invita a tus lectores a visitarme en www.academiadelaspalabras.cl, en www.consultoraproactiva.cl y en www.elsecretodeljunco.cl También estoy en Facebook, y encantado en construir amistad con más personas del sur.

martes, 15 de diciembre de 2009

Me entrevista el periodista Al Tereggo por mi nuevo libro

Publican primer libro chileno de autoayuda para situaciones de crisis


Su autor, el periodista y consultor de empresas Daniel Seisdedos, explica que El secreto del junco puede convertirse en un importante apoyo para ser felices aun en momentos difíciles y para salir airosos de todo tipo de crisis, desde el ámbito económico hasta el emocional.

Por Al Tereggo


Santiago de Chile, martes 15 de diciembre de 2009.- El libro El secreto del junco, de Ediciones B, sello Vergara, y presentado en esta capital hace apenas un mes, surgió como respuesta a la crisis económica que asuela al mundo desde el año pasado. El autor, el periodista Daniel Seisdedos Reyes, en su rol de consultor en desarrollo personal y organizacional, observó cómo la crisis comenzó a afectar a las empresas y a muchas personas que vieron amenazada su estabilidad económica o quedaron sin trabajo. En esto se inspiró para escribir, durante el primer semestre de este año, un libro que dará de qué hablar.



El subtítulo indica de qué se trata: “Cómo hacer de las crisis una oportunidad”. El escritor aborda en profundidad el fenómeno de las crisis como una condición normal, esencial y hasta necesaria de la vida, a la cual define como “un continuo de crisis y oportunidades”. Si bien lo que gatilló el libro fue la crisis financiera, el escritor abarca las crisis de todo tipo, desde las que se dan en las relaciones de pareja hasta las crisis existenciales que pueden afectar a una persona en lo más profundo de su ser.


“Yo mismo he vivido mis crisis, y no conozco a nadie que no haya debido enfrentar adversidades durante su vida. El dolor es algo completamente natural, y debemos aprender a convivir con él”, nos explica Seisdedos en entrevista exclusiva. “Todos enfrentan crisis, y a quienes todavía no lo han hecho les tocará hacerlo tarde o temprano. Por eso debemos estar preparados, para lograr convertirlas en una gran oportunidad de crecimiento, sea a nivel personal, familiar, organizacional y hasta como país o como humanidad, como espero que ocurra con el calentamiento global, que es una enorme crisis planetaria. No sacamos nada con, apenas aparece una crisis en nuestras vidas, hacernos los desentendidos o caer en la negación, aunque estos son nuestros comportamientos predominantes. Con El secreto del junco apunto justamente a romper esa pauta. En el libro doy lineamientos para encarar las adversidades con la frente en alto y lograr, incluso en momentos de crisis o dolor, ser más felices y vivir mejor. Por eso El secreto del junco está dentro de la colección Vivir mejor de Ediciones B”.


Seisdedos, quien se autodefine como “humanista y soñador”, junto con trabajar en consultoría, se ha desarrollado como actor doblajista y libretista de humor: “Tengo una frase que dice Río para no llorar. La ocupo mucho. Creo que es bueno verle el lado amable a la vida y saber reírnos incluso de nuestras desgracias”.


-¿Las crisis son una desgracia?


-Si no aprendemos a verles el lado amable, ¡claro que son una desgracia! Pero esa es una mirada muy limitante. Las crisis pueden ser tan positivas que incluso, en algunos casos, es recomendable provocarlas uno mismo.


-¿No es eso un tanto masoquista?


-¡Claro que no! Es mucho mejor pasar por varias crisis pequeñas y manejables que dormirse en los laureles y despertarse cuando ya es demasiado tarde y la crisis que ya se ha producido termina en una ruptura total, como les pasa a tantas organizaciones, personas, familias y parejas. Además, si sabemos que la vida trae consigo el dolor, ¿para qué negarlo si podemos usarlo como una oportunidad de crecimiento?


-¿Qué aprenderán los lectores con este libro?


-Si logran vislumbrar las grandes verdades que hay a nuestro alrededor, y que el libro no hace más que plasmar, podrán ser personas más felices y realizadas. Mi misión en la vida es ayudar a otras personas a lograr lo anterior, siempre que ellas estén dispuestas a ayudarse a sí mismas. Por eso es un libro de autoayuda. No es cierto, como algunas editoriales creen, que el crecimiento personal esté en retirada. Hay toda una generación de autores chilenos escribiendo para ayudar a la gente. Coincidentemente, todos estos escritores somos terapeutas o consultores (que es lo mismo que terapeutas, pero a nivel organizacional). Lo que sucede es que muchas personas y organizaciones ya vienen de vuelta y están cansadas de una vida materialista, acelerada y vacía de sentido. Pilar Sordo, Javiera de la Plaza, Amanda Céspedes, Jaime García, Manuel Manga y ahora yo estamos intentando aportar a un cambio de mentalidad, al menos en Chile.


- ¿Cómo nació El secreto del junco?


- Es el resultado de mi experiencia como capacitador: dando cursos en universidades, pero principalmente talleres de capacitación a más de 60 organizaciones distintas: públicas y privadas. Tengo más de 13 años de experiencia como profesor y relator. Al momento de escribir el libro, me había tocado dar más de 250 talleres con un promedio de 20 personas por taller. Eso significa haber capacitado a más de 5.000 personas, con quienes fuimos abordando la mayoría de los temas que desarrollo en el libro. Este contacto con la gente me ha permitido conocer las maravillas y las miserias de los trabajadores chilenos, desde los gerentes que ganan varios millones de pesos al mes hasta los auxiliares de servicio que dedican su vida a limpiar baños por el sueldo mínimo. Lo anterior me ha permitido afinar mi visión de la naturaleza humana en general y de la chilena en particular. He logrado crecer mucho como persona y como profesional y también ayudar a otros a hacerlo. Esa es básicamente la misión de mi vida y el objetivo de mis talleres.


-¿Este libro tiene algo que ver con el best seller mundial El secreto? El título es parecido…


-Al momento de escribir mi libro, no había leído El secreto. Y, francamente, todavía no lo he leído completo. Creo en la importancia de la visualización creativa y de la ley de atracción, pero también soy muy crítico de lo que en Chile acostumbramos llamar “venta de pomadas”. Sostener que el éxito se alcanza por estar pensando en positivo me parece ingenuo, por decir lo menos. El nombre de mi libro me fue dictado por las musas tras haber realizado listados con decenas de títulos. No estoy copiando al best seller. ¡Todo lo contrario! Quiero alejarme de él. Estoy prejuiciado contra la actitud mental positiva de estilo yanki y, además, no creo que en la vida haya un solo secreto como para arrogarse pedantemente el derecho de llamarlo “el” secreto. Creo que los secretos son muchos, y probablemente la mayoría de ellos todavía no han sido descubiertos. O, tras descubrirlos, se nos han olvidado. Por algo les decimos “secretos”, ¿no?


-¿Qué otros secretos hay además de El secreto?


-Creo que, al menos tan importante como la ley de la atracción, en la cual se basa el libro al cual alude, es la ley de la siembra y la cosecha. En un mundo donde hemos perdido la capacidad de espera y donde se nos ha enseñado a buscar el éxito fácil y rápido, se nos han ido olvidando cosas demasiado importantes.


-¿Cómo cuáles?


-En primer lugar, que el éxito no significa vivir en una casa que cueste millones de millones ni ser gerente ni tener un todo terreno para andar en rally por la Alameda. En segundo lugar, que los logros no se consiguen poniéndose a pensar como menso en lo que queremos, sino trabajando con denuedo en pos de objetivos o ideales. Usted no llegará a comprarse la casa de sus sueños por ponerse a visualizarla y atraerla hacia usted, sino principalmente por trazarse un plan de acción y poner mucho trabajo denodado para obtenerla. Sin siembra, no hay cosecha. La mayoría de las semillas no germinan. Y las que germinan son atacadas por las pestes o las inclemencias del clima. ¡Esa es la naturaleza del Universo, que es yin y yang! ¡Es frío y calor! Sin embargo, como ya no vivimos en el campo, sino en casas con losa radiante, se nos ha olvidado por completo. La ley de la siembra y la cosecha es un gran secreto: una ley evidente, pero que hemos dejado de ver y se volvió a convertir en un secreto.


-¿Y cual es el secreto del junco?


-Como nos lo recuerda la canción del Dúo Dinámico, el secreto del junco es este: ha aprendido que, para seguir siempre en pie, debe saber doblarse y dejarse doblar. Es el antónimo del roble, que debido a su rigidez y a considerarse omnipotente puede caer fácilmente derribado si el viento lo ataca muy fuertemente. El secreto del junco es la ley de la resiliencia, y específicamente una resiliencia muy especial: la de la flexibilidad, en que la fortaleza interior está escondida dentro de una aparente debilidad exterior.


-¿Cómo logra el junco no ser derribado por las tormentas?


-Eso es lo que explico en detalle en el libro, donde abordo una por una las actitudes que necesitamos para tener una vida de calidad, aun en medio de las más fuertes crisis, que son los embates del viento. ¡El junco la lleva! Todos descendemos de él, pues antes de ser animales fuimos pasto. Pero eso también se nos ha olvidado. ¡Debemos recuperar nuestra memoria primordial: esa que está dentro de nuestras células! Todos podemos sacar, desde nuestro espíritu, la resiliencia del junco. Y ese es un maravilloso secreto.


Seisdedos tiene publicados otros cuatro libros: Yo, proactivo, de autoayuda para adultos, y tres infantiles por Edebé (Palabritas y palabrutas 1 y 2 y la novela La Guerra de las Letras).
Para mayor información sobre este último libro o su autor, usted puede visitar los siguientes sitios:
http://www.elsecretodeljunco.cl/
http://www.academiadelaspalabras.cl/
http://www.consultoraproactiva.cl/


El secreto del junco se vende en las mejores librerías de Chile. En la red, está disponible aquí:
http://www.bazuca.com/libro-7348285-El-Secreto-Del-Junco-9789568884017